viernes, 7 de enero de 2011

El deporte en el niño discapacitado


Un problema habitual, en el caso de los niños afectados por cualquier forma de discapacidad, incluso en las menos severas como el retraso mental ligero, es la de no realizar ejercicios físicos de forma sistemática.

Como es frecuente la presencia de afecciones médicas, los padres, dentro de sus mecanismos de sobreprotección, tienden a desetimar la práctica del deporte, viendo esta como un peligro para la salud del niño, y no como una forma de desarrollar su capacidad física.

Si nos proponemos que nuestros niños tengan un desarrollo integral, no podemos dejar de incluir el deporte, la recreación al aire libre, y el ejercicio físico como elementos imprescindibles para el logro de una buena calidad de vida y de una plena integración social.

Entre los beneficios del ejercicio y la práctica del deporte en el discapacitado, tenemos:

· Desarrollo de potencia muscular y la resistencia a la fatiga; mejor funcionamiento de las funciones vitales; desarrollo del sentimiento de autoestima y el ajuste emocional; socialización; eliminación de la depresión y ansiedad; contribución a una mejor comprensión de las personas no discapacitadas sobre el problema; etc...

No hay dudas sobre la importancia de la práctica del deporte para el niño discapacitado, el problema lo constituye poder crear en la comunidad las facilidades para que estos niños puedan disponer de las posibilidades para practicar deportes.

El prime problema radica en la necesidad de entrenadores, debidamente adiestrados sobre las peculiaridades de la práctica del deporte en los discapacitados, las características de las diferentes formas de discapacidad, las limitaciones en determinadas patologías como el síndrome de Down, las formas de evaluar al deportista y de seleccionar el deporte o actividad más apropiada de acuerdo con la individualidad de su afección.

La falta de información determina que el instructor, ante el temor de colocar al niño en riesgo, tienda a excluir al niño de la actividad física, como supuesta vía para proteger su salud. El problema se hace mayor cuando esta forma de pensar se extiende a los padres, que piensan que una forma de proteger a sus hijos de accidentes es prohibirles practicar deportes.

Prácticamente ningún deporte (excepto, claro está deportes de alto riesgo como boxeo, judo, etc...) debe ser excluido de la posibilidad de ser practicado por un discapacitado. La recreación y el deporte son elementos inseparables en el caso del discapacitado, ambas implican el disfrute, la participación colectiva. Es esencial el trabajo comunitario con niños discapacitados la programación de actividades recreativas como parte de mejorar su rendimiento funcional, y su integración social.

Defiendo la necesidad de integración del niño discapacitado a la recreaación pero no desde el punto de vista de actividades solo para discapacitados, sino que defiendo la necesidad de que el niño participe, con el resto de los niños de su barrio en las actividades.

Por eso es tan importante educar, trabajar en las escuelas, emplear cualquier medio de educación masiva, preparar materiales específicos, que reflejen la necesidad de solidaridad humana, de amor, de compañía, de respeto, que tiene el niño afectado, sobre todo en determiandas etapas tan complejas como la adolescencia.

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